Los 60 años de LamborghiniLa leyenda del toro empezó en un tractor
Desde hace una década, la Lamborghini se ha consolidado como una de las marcas más exclusivas y deseadas del mundo.
SANTA'AGATA Bolognese, Italia – La legendaria marca de súper deportivos Lamborghini, con su emblema del toro embravecido, empezó su historia hace 60 años … a muy poca velocidad.
Sus primeros éxitos no fueron con autos deportivos, sino con la construcción de tractores después de la II Guerra Mundial que sirvieron para levantar un imperio en la industria de los vinos en el norte de Italia.
Contra todo obstáculo
Sin embargo, la afición de Ferrucio Lamborghini por los autos de carreras lo llevó a formar una sociedad con Enzo Ferrari, otro grande del automovilismo italiano.
Tras una legendaria discusión con Ferrari por la calidad de sus autos, Lamborghini se decidió a construir sus propios coches con el único fin de superar a la marca del Cavallino Rampante, que este año también está celebrando su 60 aniversario, aunque esta sí dedicada siempre a la fabricación de autos deportivos.
Lamborghini se convirtió en uno de los mayores vendedores de tractores para el campo en la década de los 50 y desde entonces se ha ido renovando temporada a temporada para lograr hoy una línea deportiva que no tiene par en la industria.
Sin embargo, la Lamborghini tenía pocos recursos y por ende, poco porvenir. A la larga, esas penurias de los inicios crearon la filosofía de la marca: sobrevivir ante todo obstáculo.
La firma Lamborghini Automobili se fundó en 1961 y el primer auto, que recibió el emblema del toro debido al signo zodiacal del dueño, fue el 350 GTV que se expuso en los Auto Shows de Turín y Ginebra en 1963 y causó gran interés de inmediato.
Lamborghini construyó 13 de sus nuevos 350 GT en 1964 y de ese modelo se derivaron el 400 GT (1965) y el Miura (1966), un poderoso bólido que competía directamente con el Ferrari Daytona.
Tras el retiro del cabeza de familia, Ferrucio Lamborghini en 1970 para dedicarse de lleno a su imperio de los vinos, el negocio quedó en manos de su hijo, Tonino, quien poco pudo hacer para hacerla más rentable y se vio obligado a venderla en 1972.