Esa noche Raúl no apareció. Mientras, ya en plena oscuridad, Mariela lo esperaba impaciente, pero no en una esquina o en un restaurant, sino en una silla frente a su PC. En esta curiosa cita, ella no miraba el reloj, sino el monitor de su máquina y aquel ìcono que penosamente decía a su lado derecho "no conectado".
Los esquemas han cambiado y como Mariela, Laura, Calvin y José Luis, muchos, talvez demasiados, se aferran a una relación por internet que hoy en día ha dado muy buen resultado a unos, mientras que ha sido frustrante para otros.
Aún así, cada vez más dominicanos, sobre todo mujeres, recuentan en sus trabajos, guaguas y tertulias, la nueva aventura que alegra sus vidas: haberse levantado un amor por internet.
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